El Vaticano confirmó este viernes que el obispo de Jinotega, Monseñor Carlos Enrique Herrera Gutiérrez , fue desterrado a Guatemala por la dictadura nicaragüense de la infernal pareja de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
La noticia fue difundida por el portal oficial Vatican News, que señaló que Herrera se convirtió en el tercer obispo nicaragüense expulsado por el régimen de Daniel Ortega.
El destierro de Herrera, quien presidía la Conferencia Episcopal de Nicaragua , ocurre tras críticas públicas del prelado hacia las autoridades locales de Jinotega.
Según informes, el obispo había denunciado los eventos ruidosos organizados por el alcalde servil Leónidas Centeno, que interferían con los servicios religiosos en la diócesis, situada a unos 143 kilómetros al norte de Managua.
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Respaldo del CELAM ante el destierro de Herrera
Ante estos hechos, el Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) expresó su dolor y solidaridad con la Iglesia católica de Nicaragua, y en particular con Monseñor Herrera.
En una carta enviada al cardenal Leopoldo Brenes , vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, el CELAM manifestó su apoyo al clero nicaragüense y al “Santo Pueblo Fiel de Dios” que permanece en el país bajo persecución.
«El CELAM sigue con dolor los acontecimientos que afligen a la Iglesia que peregrina en Nicaragua», señaló el documento firmado en Bogotá.
Los prelados pidieron oraciones para que Herrera pueda regresar pronto a su patria y encomendaron a la Virgen María, la Purísima , la protección de los fieles del país centroamericano.
Además, destacaron el testimonio de fidelidad de los obispos y fieles nicaragüenses, asegurando que su fe resplandece en todo el continente.
Persecución religiosa y de fondo
La Iglesia católica en Nicaragua ha estado bajo hostigamiento constante por parte del régimen sandinista desde el inicio de la crisis política en 2018.
Los sacerdotes han sido víctimas de encarcelamientos, destierros y restricciones severas que incluyen el cierre de organizaciones religiosas.
El silencio del cardenal Brenes, aunque interpretado por algunos como un acto de prudencia estratégica, ha sido criticado por sectores internos del clero y medios independientes.
En medio de este panorama, el destierro de Monseñor Carlos Herrera simboliza otro capítulo en la infernal persecución religiosa de la dictadura satánica de Ortega Murillo, que ha intensificado su represión contra las voces críticas, incluyendo aquellas que se alzan desde el púlpito.