Humberto Ortega Saavedra, hermano del dictador Daniel Ortega, fue una figura clave en la Revolución Popular Sandinista de Nicaragua y la tragedia que eso implicó para el país.
Nacido en 1947, Humberto se destacó como líder militar y estratega de la resistencia que derrocó al dictador Anastasio Somoza en 1979.
Tras el triunfo de la revolución, asumió el cargo de jefe del Ejército Popular Sandinista (EPS), posición que ocupó desde los años más intensos de la guerra civil nicaragüense hasta la transición democrática con el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro, desde 1979 hasta 1995.
Durante la guerra civil en Nicaragua, en la década de los 80, se estima que murieron entre 40 mil y 70 mil personas.
La cifra más aceptada por estudios detallados es de alrededor de 30 mil muertos, incluidos tanto combatientes sandinistas y rebeldes Contras, como civiles.
La guerra impactó gravemente a la juventud nicaragüense, con el reclutamiento forzado de miles de adolescentes y dejó una huella profunda y división en miles de familias.
Tanto el régimen militar sandinista como las fuerzas de la resistencia contrarrevolucionaria fueron denunciados por violaciones a los derechos humanos y crímenes contra la humanidad.
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Guerra civil y servicio militar
Durante los años 80, Nicaragua vivió una guerra civil entre el régimen sandinista y la «Contra», una coalición de guerrillas financiadas en parte por el gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Ronald Reagan.
Ortega implementó el servicio militar obligatorio, una medida sumamente impopular que forzó a miles de jóvenes desde los 17 años, muchos de ellos adolescentes, a unirse al ejército.
Estos reclutas, sin experiencia ni formación militar, morían por miles en las montañas de Nicaragua y muchos de sus cuerpos jamás fueron entregados a sus familiares.
Los llamados «Cachorros de Sandino», como llamaba la propaganda sandinista a los soldados, volvían en ataúdes sellados a ciudades y barrios de todo el país, sin que las familias tuvieran el derecho a verificar si el cadaver era el de su muchacho.
De militar a empresario
Miles de adolescentes murieron durante una década. Se estima que la guerra dejó decenas de miles de muertos y contribuyó al colapso de la economía nicaragüense.
Al dejar las armas en 1995, Ortega creó un entramado empresarial desde su posición en el ejército, que le permitió acumular riqueza mientras el país enfrentaba la devastación de la guerra.
Su administración militar fue considerada autoritaria y represiva, generando tensiones internas y descontento popular.
Humberto Ortega estuvo implicado en operaciones relacionadas con la compra y venta de armamento, helicópteros y otros suministros militares durante y después de la guerra.
Según testimonios de excolaboradores, estos acuerdos incluían sobreprecios y comisiones que beneficiaban personalmente a Ortega.
Además, se le atribuye la posesión de cuentas en paraísos fiscales como Suiza y Panamá a raíz de la venta de 21 helicópteros a Perú y artillería antiaérea a Ecuador, en la guerra entre ambos países en los años 90 .
Entre las críticas más serias, se encuentran acusaciones de malversación de fondos públicos, pues Ortega manejaba grandes sumas de dinero sin supervisión adecuada.
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Escándalos y controversias de Humberto Ortega
Informes indican que, hacia el final de su mandato, tenía acceso discrecional a un presupuesto de 700 millones de córdobas, además de una «caja chica» de 200 mil dólares mensuales, destinada al ejército, pero utilizada para fines personales y adquisiciones de lujo.
Este tipo de prácticas formó parte de lo que se conoció como la «piñata sandinista», donde altos funcionarios sandinistas se apropiaron de recursos estatales, incluidos bienes inmuebles, bajo la justificación de preservar los logros de la revolución.
Aunque se asocia este proceso con el final del gobierno sandinista, las confiscaciones de propiedades comenzaron en 1979, tras la caída de Somoza.
Y continuaron en toda la década de los 80, afectando a quienes eran considerados contrarrevolucionarios o traidores a la patria, una práctica que el gobierno sandinista actual ha retomado.
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Humberto Ortega y el crimen contra Jean Paul Genie
Uno de los episodios más oscuros en la carrera de Humberto Ortega ocurrió en 1990, cuando sus guardaespaldas asesinaron al adolescente Jean Paul Genie.
El joven de 16 años fue acribillado por la caravana de escoltas de Humberto Ortega en carretera Managua a Masaya.
Ortega fue absuelto por maniobras legales del ejército sandinista y su Tribunal Militar, un escándalo que sigue marcando su oscuro legado.
Tras la derrota sandinista en las elecciones de 1990, Ortega mantuvo su liderazgo militar bajo el gobierno de Violeta Chamorro, lo que generó críticas.
Finalmente dejó su cargo en 1995, consolidando una transición pacífica en las fuerzas armadas, pero sin rendir cuentas sobre su fortuna acumulada.
Fortuna incalculable y oscura
Humberto Ortega ha amasado una fortuna considerable, aunque no se conoce una cifra exacta.
Se estima que gran parte de su riqueza proviene de su gestión de fondos públicos y privados durante su liderazgo militar.
Entre los métodos que contribuyeron a su fortuna están las donaciones de guerrilleros y gobiernos extranjeros, la administración discrecional de presupuestos militares, la creación de empresas en varios países y la apertura de cuentas en paraísos fiscales.
Se le vincula con la corporación Alfa Comercial, que controla varias empresas, y con la venta ilegal de armamento durante la década de 1990.
Sus últimos años y el centrismo
Desde su retiro, Humberto había adoptado un perfil de historiador y académico, promoviendo un «centrismo humanista».
Aunque había criticado sutilmente a su hermano Daniel Ortega, siempre evitó una confrontación pública, a diferencia de su relación con Rosario Murillo, quien nunca ocultó su desprecio, según allegados.
Algunos consideran que su postura respondió al interés de proteger su fortuna y negocios, ahora dirigidos por sus hijos, y distanciarse de la figura tóxica de Daniel Ortega.
Aunque en entrevistas se había proyectado como alejado del poder, siguió gozando de los beneficios de su relación miliar hasta mayo de 2024.
Esa vez fue arrestado a domiciliario de facto tras afirmar que Daniel Ortega «no tenía sucesores», lo que provocó represalias en su contra.
Hasta su muerte, Humberto Ortega no enfrentó ningún proceso judicial ni rindió cuentas por sus actos o su enriquecimiento durante su mandato.