En un reciente panel organizado por el centro de pensamiento Expediente Abierto, expertos analizaron cómo regímenes autoritarios, como el de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua, están utilizando la migración como una herramienta geopolítica para desestabilizar a Estados Unidos y otros países occidentales.
Esta estrategia, respaldada por potencias como Rusia y China, forma parte de una guerra híbrida que va más allá de una simple crisis humanitaria o económica.
Instrumentalización de la migración
El régimen de Ortega-Murillo ha sido acusado de manipular los flujos migratorios para ejercer presión política sobre Estados Unidos.
Según José Pallais, abogado y exdiputado nicaragüense, esta táctica convierte a la migración en un arma de guerra política.
La eliminación del requisito de visado para los cubanos que ingresan a Nicaragua ha facilitado que cientos de ellos utilicen el país como punto de tránsito hacia Estados Unidos, generando ingresos significativos para el régimen nicaragüense, estimados en alrededor de 100 millones de dólares anuales.
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Peones de Rusia
La estrategia nicaragüense no es un esfuerzo aislado. Marc Marginedas, corresponsal internacional, destacó las similitudes entre las tácticas de Ortega y las del dictador bielorruso Alexander Lukashenko, quien ha permitido la entrada de migrantes irregulares a Europa como una forma de presión política.
En ambos casos, se evidencia una estrecha coordinación con Moscú.
Marginedas afirmó que Rusia tiene un interés claro en generar inestabilidad en la frontera sur de Estados Unidos, especialmente en el contexto de las elecciones presidenciales de noviembre.
Según su análisis, el Kremlin vería favorable el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, y desestabilizar la región mediante la migración podría influir en las elecciones.
Crisis económicas y beneficios políticos con migración
Ignacio Montes de Oca, periodista y analista político, subrayó que la migración masiva desde países con regímenes autoritarios y economías fallidas, como Venezuela, Cuba y Nicaragua, refleja el colapso de estos Estados.
Sin embargo, esta situación también representa un beneficio económico para los gobiernos, ya que las remesas enviadas por los migrantes se han convertido en una fuente importante de ingresos.
En el caso de México, las remesas representan un porcentaje significativo del Producto Interno Bruto (PIB), y otros países como Guatemala, República Dominicana y Honduras también dependen en gran medida de estos fondos.
Propaganda y desinformación rusa en EEUU
Además de la instrumentalización directa de los flujos migratorios, Rusia ha estado activa en el terreno de la desinformación y la propaganda.
Montes de Oca señaló que recientemente se desarticularon tres redes de propaganda rusa en Estados Unidos, una de las cuales estaba específicamente orientada a América Latina.
Estas redes buscaban polarizar aún más a la sociedad norteamericana en torno al tema de la migración, en un esfuerzo por fortalecer el discurso del movimiento MAGA (Make America Great Again).
Influencia en la política de extrema derecha
Marginedas también destacó que, en Europa, los principales beneficiarios de los flujos migratorios irregulares son los partidos de extrema derecha.
Estos partidos impulsan un discurso xenófobo que polariza a la sociedad y dificulta la creación de consensos.
Según José Pallais, esta influencia rusa también se manifiesta en la promoción de partidos de ultraderecha en Europa, con el objetivo de establecer alianzas con ellos y crear una especie de “internacional totalitaria”.
Moscú apuesta por crear inestabilidad en Occidente a través del apoyo a fuerzas políticas extremistas, tanto de derecha como de izquierda, dependiendo de la región y los intereses estratégicos de Rusia.
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Manipulan tema de migración
La instrumentalización de la migración por parte del régimen de Ortega-Murillo, en coordinación con Rusia, revela una nueva dimensión en la guerra híbrida que estos actores están llevando a cabo contra Estados Unidos.
Esta estrategia no solo tiene profundas implicaciones económicas y políticas, sino que también subraya la magnitud del desafío que representa para la estabilidad y seguridad de América Latina y el mundo occidental.