Hace apenas unas semanas, la indigerible co dictadora Rosario Murillo, con esa elocuencia tan repugnantemente suya, nos regalaba otro de sus intestinales discursos desde la Plaza de la Revolución.
Allí, en un patético espectáculo de rabia y circo, proclamaba a los cuatro vientos un «Julio Victorioso», chillando que derrotaba a los supuestos enemigos del régimen (prácticamente toda Nicaragua).
«¡Victorias!», gritaba Murillo, más soez que nunca e histriónica como siempre, proclamando victorias tan reales como los unicornios azules de Silvio Rodríguez.
Julio lo cerraba con fanfarria, cohetes y promesas de un futuro brillante, aunque, para ser sinceros, había más luces en los candiles de carreteras bueyeras que en los discursos suyos y del aletargado y repetitivo, cansino y anestesiante, Daniel Ortega.
Feria agostina… de despidos y traslados
Y, oh sorpresa, menos de un mes después, el mismo régimen que celebraba su «Julio Victorioso» se enfrenta a un «Agosto en Crisis».
No se trata solo de un cambio de mes, sino de un cambio de discurso que ha palidecido a los que apenas un mes “celebraban en victorias” y bailaban en plaza pública “El comandante Zekeda”: los empleados públicos.
Lo que comenzó con gritos de victoria terminó con anuncios de despidos masivos, congelamiento de contrataciones y, para aquellos más cercanos al poder, una lotería de destituciones, arrestos y hasta destierros.
Agosto inició así: un memorando anunciando la congelación de plazas y la reestructuración de los cargos dentro del Estado “para ahorrar recursos”.
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Y Murillo siguió con estos cambios:
En el Ministerio de Economía Familiar, Justa Pérez Acuña, una funcionaria con conexiones cercanas al sancionado y corrupto Gustavo Porras, pasó de ser ministra a caer en desgracia, investigada por corrupción.
Después de pasar un tiempo en las sombras la resucitaron como «asesora presidencial». Porque en este régimen, la caída no siempre es definitiva; a veces es solo un paso más en la danza macabra de caídas y ascensos.
Murillo designó, a modo de premio, a Fulvia Castro como nueva ministra del MEFCCA.
Fichas viene y fichas van
Fulvia, después de su expulsión de Brasil como embajadora de Nicaragua, ha encontrado un nuevo cargo en un ministerio… temporalmente.
Y la lista sigue: Indiana Raquel Fuentes Ramírez, antes codirectora del INAFOR, está transferida al Ministerio Agropecuario. ¿Por qué? Porque sí.
No es que la lógica abunde en estas decisiones de El Carmen, pero, al fin y al cabo, ¿quién necesita lógica cuando se tiene el poder absoluto?
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Así las cosas, la impresentable Murillo lleva y trae a sus empleados como fichas dentro de tablero de ajedrez:
Murillo recicla cargos y funcionarios ¿Se le acaban las opciones para elegir?
· Ministerio de Agricultura (MAG): Indiana Fuentes Ramírez, antes codirectora del INAFOR, puesta como ministra, reemplazando al “renunciado” Bosco Castillo, quien ahora es “rector” de la Universidad Nacional Agraria donde, quizás, haya poco recursos para la corrupción que lo delata.
· Instituto Nacional Forestal (INAFOR): Luz Marina Sándigo Jarquín nombrada codirectora, en lugar de Indiana Fuentes.
· Ministerio de Economía Familiar (MEFCCA): Fulvia Patricia Castro Matos, expulsada de Brasil como embajadora, asumió el cargo de ministra, reemplazando a Justa Pérez Acuña, quien salió de la cárcel a ser asesora presidencial.
· Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR): Mara Vanessa Stotti, nuera de Ortega, designada codirectora, junto a Anasha Campbell y Yaosca Calderón.
· Ministerio de la Juventud: Darling Hernández puesta como ministra, sustituyendo a Lucien Guevara, quien fue nombrada ministra de la Mujer.
· Luis Morales Alonso, del olvido fue designado cosecretario de Economía Creativa, tras haber sido destituido hace años como codirector del Instituto Nicaragüense de Cultura (INC).
· Wilmor López Martínez fue nombrado asesor presidencial en temas de Cultura Tradicional y Popular.
· Miguel Obando (No Bravo) fue designado codirector del INTA y Javier Gutiérrez como viceministro del MARENA y Secretario de Cambio Climático.
Tiemblan los que celebraban en julio
Mientras tanto, los empleados públicos tiemblan en sus oficinas, no sea que el próximo «ajuste» los encuentre en la lista negra.
Después de todo, en este agosto nada victorioso, el mensaje está claro: nadie es indispensable, excepto, claro está, la mismísima Rosario Murillo, quien ha encontrado en la persecución a los sacerdotes un nuevo entretenimiento o, quizás, solo cumple su cuota de deuda con el señor de las tinieblas mientras le llega la hora de estrenar caldero.
Así que, si el mes pasado fue de victorias imaginarias, este mes parece ser de crisis muy reales.
Pero no hay de qué preocuparse: siempre habrá un nuevo discurso para cambiar la narrativa, y quizá el próximo mes celebremos «Septiembre Milagroso». ¿Quién sabe? Con Murillo al mando, todo es posible.