El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, llamó a los creyentes a “esparcir” esperanza y a denunciar todo lo que atenta contra la dignidad del ser humano.

En su homilía dominical, correspondiente al tercer domingo de Adviento, Báez meditó el evangelio de Juan, en el que relata el interrogatorio de las autoridades religiosas a Juan el Bautista. El jerarca hizo una analogía entre el mensaje de Juan con el llamado de los creyentes a llevar consuelo.

“Como testigos de la luz estamos llamados a llevar el consuelo y la alegría de la cercanía del Señor a quienes están abatidos y sin fuerzas. Como testigos de la luz estamos llamados a contagiar del gozo de creer en Jesús a quienes no creen o se han alejado de la fe”, dijo el jerarca.

Báez aseguró que “como testigos de la luz debemos esparcir esperanza, no pesimismo”, a la vez “esforzarnos en hacer felices a los demás, no en hacerlos sufrir”.

“Como testigos de la luz debemos ir por la vida contagiando la rebeldía evangélica, que nos lleva a denunciar y a oponernos a todo lo que atenta contra la dignidad del ser humano. Juan Bautista nos recuerda que quienes creemos en Jesús debemos vivir en la luz y ser testigos de la luz”, apuntó.

Poco margen para los “testigos de la luz”

El obispo carmelita aseguró que en sociedades oscurecidas por la maldad y la mentira, los seguidores de Jesús se sienten débiles y limitados.

“El testigo se siente débil y limitado. Muchas veces comprueba que su fe no encuentra apoyo ni eco social. Incluso se ve rodeado de indiferencia o rechazo”, añadió.

El religioso enfatizó que Juan fue enviado por Dios para dar testimonio de la luz en una sociedad que estaba oscurecida por el autoritarismo de los poderosos, la hipocresía de la religión y la desilusión e impotencia del pueblo más pobre.

“La gente estaba agobiada por la religión oficial de Jerusalén, estéril y ritualista, que sofocaba con pesados mandamientos y se había sometido políticamente al poder imperial. Quienes gobernaban dominaban despóticamente, y se imponían con violencia sobre el pueblo”, refirió.

Añadió que los movimientos mesiánicos surgían por todas partes y confundían a la gente, que ya no sabía a quién creer o qué esperar. Se pensaba que el Mesías podía llegar de un momento a otro. Todos esperaban algo, aunque sin comprender del todo qué esperaban. Algunos se desilusionaban, la mayoría dejaba de esperar.

Los líderes no lo saben todo

Báez también hizo una analogía entre Juan el Bautista y los liderazgos, asegurando que los grandes líderes no se consideran indispensables.

“Los profetas no surgen acumulando méritos y colocándose por encima de los demás, sino aceptando sus límites y bajando para servir a Dios en medio de la gente. Los grandes
líderes no lo saben todo, ni lo pueden todo, no se consideran indispensables, ni se creen mejor que los demás”, remarcó.

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