El obispo de la diócesis de Jinotega, Carlos Herrera, fue nombrado como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, relevando en el cargo al cardenal nicaraguense Leopoldo Brenes.
En una entrevista concedida al Diario La Prensa, Herrera aseguró que la Iglesia Católica se mostraría dispuesta a mediar un posible nuevo “diálogo nacional” que la dictadura de Daniel Ortega, ha anunciado para 2022.
“La Iglesia siempre está proponiendo y opta porque el diálogo sea lo mejor. Si nos piden ser mediadores en ese diálogo, estamos dispuestos a colaborar porque la Iglesia lo que quiere ante todo es un entendimiento, una paz, una armonía, un proceso por el bien de todos, con democracia y con el bien de todos”, señaló Herrera.
El jerarca añadió que desconocen a la contraparte del régimen, pero que estarían dispuestos ante una eventual negociación.
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Cambio de Brenes es “jugada política”
A criterio del sociólogo y economista Oscar René Vargas, el relevo de Brenes es un movimiento político de la Conferencia Episcopal para abrirse a mediar un eventual diálogo entre la dictadura y algunos sectores sociales.
“Que Herrera diera esas declaraciones a La Prensa, indica que debe de haber habido conversaciones previas entre la CEN, el Vaticano y Ortega. Brenes prefiere no ver involucrado su nombre en esa coyuntura para quedar siempre con una posición más independiente, en caso que sea un fracaso y que Ortega no haga ninguna concesión que justifique la participación de la iglesia. La iglesia institucional manda a quemar a Herrera, que no tiene un perfil de tener un protagonismo en política nacional, para mantener “limpio” a Brenes”, consideró Vargas.
Por otro lado, el Cardenal Brenes ofició nuevamente una misa en la Catedral Metropolitana de Managua, luego de cuatro meses de ausencia, asegurando que la Iglesia Católica “no puede callar”
“Oren por mí, oren por nuestros sacerdotes, para que seamos promotores de este reino (de Jesucristo), y que como bien decían los apóstoles: no podemos callar lo que hemos visto y lo que hemos oído”, dijo Brenes, quien desapareció desde el 31 de julio debido a que se contagió con Covid-19.
Nuevo diálogo oxigenaría a Ortega
No obstante, Vargas señaló que un posible diálogo “oxigenaría” a la dictadura de Ortega, que se encamina hacia una eventual implosión.
“No es un proceso lineal. Las declaraciones del obispo Herrera oxigenan y favorecen a Ortega y por lo tanto disminuye la posibilidad de la implosión social”, dijo Vargas.
El sociólogo considera que el malestar generalizado en la población incluye a los militantes y cómplices de la dictadura, principalmente por el tema económico.
“Nadie se atreve a alertar a Ortega del creciente malestar entre la población por el deterioro de la situación económica de los hogares. De ahí que su actual equipo prefiere mantenerlo en la carencia de la totalidad de la información económica-social, antes que arriesgarse a perder el puesto de trabajo”, explicó.
También advirtió que la represión a la protesta pacífica le impide tener al régimen una “lectura” precisa del ambiente que se respira en las calles.
“La ausencia de protestas, manifestaciones o conflictividad social puede llevar al engaño. Todos los conatos de protestas son rápidamente reprimidos por la policía o los paramilitares. Pero eso también sustrae al régimen de un termómetro imprescindible para saber cómo respira la calle. A Ortega, el olfato político le ha comenzado a fallar producto de la locura del poder o la autodestrucción no planificada”, dijo Vargas.