El obispo de la Arquidiócesis de Managua, Silvio José Báez, indicó que los pueblos que son oprimidos nunca deben cansarse de buscar como alcanzar su libertad, ni asumir que es mejor no fatigarse en el propósito de lograr el sueño de romper las cadenas y el yugo, que aplasta sus derechos y dignidad.
«Nunca es preferible la tranquilidad de la esclavitud a la fatiga y a los riesgos del camino que lleva a la libertad. Los pueblos no deben confundir nunca el sometimiento con la tranquilidad ni la esclavitud con la libertad», dijo Báez en su homilía en la iglesia de Santa Agatha en Miami, Florida.
Báez dijo que en la historia de los pueblos que luchan por su liberación hay momentos en que las fuerzas parecen agotarse y que se tiene la impresión de que no se ha avanzado nada y que todo ha sido inútil, pero que cuando eso ocurre es cuando más se debe creer que los objetivos se pueden alcanzar.
«Cuando esto ocurre hay que recordar el pasado y traer a la memoria los momentos en que hemos podido experimentar la libertad y la justicia como posibles. Lo que fue posible en el pasado sigue siendo posible ahora», dijo el obispo carmelita.
Añadió que los pueblos no deben echar en el olvido las ocasiones en que han llegado a sentir que podían cambiar la historia, porque «este recuerdo fecunda el presente y nos anima a seguir caminando».
Báez dijo que a través de la memoria el Dios de la vida y de la libertad, nos da fuerzas y anima nuestra esperanza en el esfuerzo por construir una nueva sociedad. «Tampoco hay que perder de vista la meta a la que nos encaminamos. Por duro que sea el momento presente, no hay que olvidarse del final del camino. No hay que dejar de soñar», recomendó el obispo Auxiliar.
Dios y los desiertos de la vida
Explicó que en los desiertos de la vida, cuando se caen las seguridades humanas y se experimenta la propia debilidad, Dios cuida como un padre amorosamente a sus hijos y no los deja nunca abandonados y solos.
«Jesús es el auténtico maná que nos alimenta y da fuerzas en los desiertos de la vida. Con su palabra Jesús es el pan que nos sustenta en el camino de cada día animando nuestra esperanza. Con su amor Jesús es el pan que fecunda y hace florecer nuestro corazón para que lleguemos a ser también nosotros pequeños trozos de pan para la vida del mundo», señaló.