El diario La Prensa de Nicaragua reciibió el miércoles en Bruselas el Premio Mundial a la Libertad de Prensa, Guillermo Cano, en un acto en el cual los editores Fabián Medina y Dora Luz Romero, representaron al medio y emitieron un potente discurso afirmando que haga lo que haga la dictadura sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo, no van a poder silenciar al periodismo libre.

A continuación les dejamos el texto íntegro del discurso pronunciado en el acto de premiación:

Señoras y señores,

En nombre del diario La Prensa, quiero reiterar nuestra profunda gratitud a la UNESCO por otorgarnos el Premio Mundial a la Libertad de Prensa Guillermo Cano. Es un honor inmenso recibir este reconocimiento que no sólo distingue a un medio de comunicación, sino que amplifica el grito de un pueblo que ha sido silenciado.

Este premio es, sobre todo, eso: una respuesta al grito de libertad que nace desde Nicaragua.

Tras el anuncio de este premio, el régimen de Nicaragua respondió con furia: dedicó una carta plagada de insultos y descalificaciones contra la UNESCO y anunció su decisión de retirar al país de esta organización internacional. Ese acto, desproporcionado y cargado de hostilidad, da una medida del nivel de intolerancia que caracteriza a este régimen.

Si eso hace con la UNESCO —una entidad dedicada a promover la educación, la ciencia y la cultura—, ¿qué creen ustedes que puede hacer con los periodistas nicaragüenses que se atreven a contradecir su narrativa? La respuesta es clara y trágica: exactamente lo que han hecho con nosotros. Nos han encarcelado, perseguido, despojado de nuestras propiedades, desterrado o empujado al exilio, todo por el único “delito” de querer seguir informando.

Sabemos que la libertad de expresión y el derecho a estar informados son la última línea de defensa de la democracia y de las libertades ciudadanas. Y cuando esa trinchera cae, cuando ya no hay más medios que alcen su voz contra las injusticias, cuando nadie puede ya exponer los abusos del poder, entonces reina la mentira y triunfan los malos. Eso es algo que no podemos permitir. Eso es algo que no vamos a permitir.

Hoy, al recibir este premio, reafirmamos nuestro compromiso con la verdad. Porque cada historia que publicamos es un acto de resistencia. Porque cada titular es una forma de decir: aquí estamos. Porque en cada nota, en cada denuncia, en cada investigación, va la voz de un pueblo que no se rinde.

Este reconocimiento nos recuerda que no estamos solos. Que el mundo está mirando. Que hay quienes creen, como nosotros, que el periodismo libre es esencial para que las sociedades puedan respirar. Que mientras haya voces rebeldes, una cámara encendida, una página publicada, hay esperanza.

Agradecemos este premio, pero más aún agradecemos la solidaridad internacional, el respaldo de colegas de todo el mundo, y el coraje de nuestra redacción, que ha sabido reinventarse en medio de la represión, adaptarse, resistir y persistir.

Dedicamos este premio a todos los periodistas del mundo que hoy no pueden ejercer su profesión en libertad, a los que han sido condenados al silencio, y a quienes —pese a todo— siguen contando lo que pasa, porque creen que la verdad es un derecho que nadie puede quitarnos.

Que este premio sea también un mensaje claro a los regímenes que persiguen al periodismo: no podrán callarnos. Que sepan que la libertad de prensa no es un lujo, es un derecho. Y que donde haya un pueblo que clama por información, siempre habrá alguien dispuesto a contar la verdad, cueste lo que cueste.

Muchas gracias.

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