El padre Marcos Somarriba, párroco de la iglesia Santa Agatha en Miami, enfatizó en su mensaje sobre la importancia de la familia para las sociedades y aseguró que quieres actúan contra ese núcleo generando dolor y división, sufrirán la ira de Dios.

«En el último domingo del año, Dios nos recuerda la importancia de ser familia, vivir como familia y tratarnos como Él nos ve, su familia», dijo Somarriba al hablar sobre la celebración de la iglesia en la fiesta de la Sagrada Familia.

«Somos la familia de Dios y de esta realidad nace la dignidad e importancia de cada familia en particular, a nivel eclesial y a nivel como una sociedad en familia. Nuestras naciones son una gran familia y a todos los niveles es deber respetarla, cuidarla, protegerla de todo mal que atente contra su unidad, su valor y su dignidad», agregó.

Somarriba dijo que en contextos de familias y naciones violentadas, el respeto por la autoridad familiar puede ser un camino hacia la restauración, porque cuando el desamor y el desprecio por la institución familiar son prevalentes, se agrava la crisis social.

El dolor de la madre

Asimismo centró su explicación en el dolor que provoca a las madres la separación de las familias.

«Hoy no podemos cegarnos ante el desplazamiento de muchas madres que, bajo la opresión, la persecución, el exilio forzado y el asesinato de muchos hijos ha envuelto el corazón materno en dolores de parto al sufrir forzadamente mirar a sus hijos padecer y ausentarse forzosamente del hogar núcleo que les vio nacer. No podemos separarnos de los valores como la piedad y el amor filial ya que estos se convierten en un pilar de resistencia», indicó.

Somarriba a la vez dijo que la oración es un elemento determinante ante los malhechores que separan a las familias.

«Cuando el contexto de violencia genera angustia, la fe puede ser un refugio y una fuente de esperanza. La oración es algo que nadie puede silenciar, perseguir, controlar o exiliar. La oración de una madre y un padre abre el Corazón de Dios, atrae su mirada amorosa sobre los hijos. La oración dentro del templo nadie la puede acallar, dominar, controlar o violentar ya que la oración nace de adentro del corazón y la mente que se elevan a Dios en plegarias por la libertad y la salvación de un pueblo que es familia de Dios».

«Nuestros pueblos han sido reconocidos por el mismo Dios como su familia y nos ha bendecido con el amor maternal de Maria la Madre de Jesús, quien nunca dejara dé buscarnos hasta encontrarnos, aun cuando se nos haya forzado al exilio de nuestros hogares y de nuestras patrias. Andaremos errantes por el mundo, pero nunca solos ya que llevamos en cada uno de nosotros a nuestras familias de donde salimos, y sabemos que donde quiera que un hijo/a esta, ahí está Maria buscándonos como madre amorosa», agregó Somarriba.

Los hipócritas

El párroco de Santa Agatha, dijo que «existen personas que no creen ofender a Dios y piensan que Dios está de su lado corrupto y violento, pero por sus frutos se les conoce, al violentar y oprimir a la familia, al ser causa de división y separación familiar, están demostrando que no honran a Dios, son solo de labios para afuera».

«A Dios se le honra con obras, respetando al prójimo y no violentándolo por el hecho de reclamar por su familia. Matarle un hijo/a una madre y a un padre no es respetar a Dios, es violentar lo más sagrado que es el don de la vida dada por Dios».

El sacerdote recordó que los que no respetan y temen a Dios, controlan la vida de los demás a base del horror que imponen a la fuerza porque nadie los respeta, todos les tienen horror por lo desalmados y crueles que son.

«En su frialdad de corazón eliminan a quien sea que se les ocurra o se les atraviese por el camino. Se han olvidado que nacieron en el contexto de una familia y están llevando a sus propios familiares a la perdición, aun sus propios familiares viven bajo el terror de lo que son capaces de hacerles ya que es innegable a sus propios ojos lo que ya les han hecho a algunos de su propio clan. Esta gente sin escrúpulos no sabe de familia, ni de patria, ni de honor», dijo.

No perder la esperanza

Por eso, explicó, debemos de estar claros, que, en un contexto de violencia e injusticias, las familias pueden ser bastiones de resistencia y cuidado. «Fomentar el respeto y el amor dentro de las familias puede ser un poderoso antídoto contra la brutalidad externa. El respeto mutuo y el temor a Dios deben reflejarse en la búsqueda de justicia social. El pasaje invita a construir un ambiente donde la familia sea valorada y donde los principios de justicia y amor sean fundamentales en la comunidad».

«No perdamos la esperanza que nuestros países sufridos por gente desalmada, les llegara su tercer día cuando por fin se restaure el orden y la unidad familiar. El Templo, como lugar de encuentro con Dios, muestra cómo la espiritualidad y la fe, pueden ser un recurso para la restauración familiar y la libertad de nuestros pueblos. La importancia de cultivar una vida familiar donde la fe y el conocimiento vayan de la mano es vital para vencer las crisis impuestas por los que no saben de familia ni de honor», concluyó.

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