Por Luis Galeano
Fiel a su violento origen y a su sangriento desarrollo y comportamiento, las fiestas partidarias del Frente Sandinista de Liberación Nacional el pasado 19 de julio, dejaron un destructivo legado de daños, muertes y derroche de recursos públicos en Nicaragua.
El más sangriento de todos los hechos, fue el asesinato de un balazo del opositor Jorge Rugama Rizo, por parte del fanático sandinista Abner Pineda, en La Trinidad, Estelí.
El hombre de 42 años, con su cubrebocas azul y blanco gritó “Viva Nicaragua libre“ a una caravana de fanáticos, policías y empleados de la dictadura, donde iba el asesino Abner Pineda, quien sacó una pistola y le disparó en el cuello.
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Tras sangre, fuego
El crimen ha conmocionado aun más a la ciudadanía nicaragüense, por la brutalidad e impunidad con que los fanáticos de la sangrienta dictadura asesinan a los civiles opositores.
Lo peor del caso fue que este 20 de julio, mientras La Trinidad se desbordaba en el entierro de la víctima, varios sujetos le prendieron fuego a la casa de un familiar de la víctima que denunció el caso ante los derechos humanos, sin que bomberos, policías o cualquier otra institución se presentara a impedir el fuego o investigar la acción criminal.
Otro caso de la violenta reseca, fue el hostigamiento, acoso, persecución, captura y golpizas y amenazas de los fanatizados guardias de la policía sandinista contra opositores, ex presos polìticos y ciudadanos que sacaran su bandera azul y blanco a las caravanas del violento partido rojinegro.
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Golpizas hasta para sus sapos
Más de 13 detenciones y arrestros arbitrarios reportaron diferentes organizaciones políticas por parte de la policía bajo servidumbre de la dictadura que encabezan los delirantes ancianos Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Uno de ellos, que causó burla en las redes sociales, fue la golpiza y humillación a un fanático de la dictadura llamado Giovanny López, a quien los policías del dictador expulsaron a empujones y golpes de la concentración de la Juventud Sandinista en la plaza de la república, le quitaron el celular y lo obligaron a borrar una transmisión que realizaba en vivo para adular a los dictadores.
Igual o peor de grave, fueron los ataques y profanación a templos y propiedades de la Iglesia Católica.
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Ataques a la Iglesia Católica
La catedral de León, la iglesia de Matagalpa y la catedral de Managua, fueron las que más sufrieron el acoso y asedio de turbas rojinegras que, envalentonadas por el respaldo y complicidad criminal de la sancionada policía, hasta se atrevieron a provocar destrozos físicos como en el caso de la catedral La Purísima de la capital.
Aquí, tras la borrachera del 19 de julio, un enloquecido fanático destruyó tres portones del templo con su camioneta y la dejó abandonada antes de huir dejando tras de sí cuantiosos daños materiales.
Y si hubo más daños, no puede minimizarse el gasto económico de erario en que incurrió la Alcaldía sandinista de Managua, la cual gastó 34 millones de córdobas en ocho previos a la celebración del violento partido de gobierno.
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Derroche y corrupción
Entre el 4 y el 11 de junio la comuna se gastó 34,4 millones de córdobas en cuatro contratos, que además de los servicios de discomóvil, incluyen la construcción de la Campana de la Paz, la confección de banderas y la reservación de un tour de Reyna Rueda a diferentes países del mundo.
Según un reporte del sitio Despacho 505, en 1,01 millones de córdobas en la compra de 628 banderas (adjudicadas el 4 de junio); 29,1 millones para la construcción de la Campana de la Paz (adjudicada el 9 de junio, después de que se iniciara su construcción); 2,3 millones de córdobas en la compra de 23 boletos aéreos internacionales (adjudicados el 11 de junio); y el último por 2 millones de córdobas en la contratación de luces, sonido, sillas y tarimas para la fiesta partidaria.
El colosal gasto de fondos públicos en una celebración partidaria, se da en momentos de grave escasez y falta de recursos para financiar proyectos sociales y atender la pandemia de coronavirus que está azotando a Nicaragua.
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