En días recientes la dictadura de Daniel Ortega y de Rosario Murillo anunció una ola de despidos en el sector público. El anuncio empeora el ya incierto futuro del país que cumple seis años sumergido en una crisis social y política, debido a que el dictatorial matrimonio de ancianos se niega a dejar el poder.
Un sector muy sensible para el futuro de la nación sufre en silencio: los jóvenes. Ellos no visualizan un futuro claro, padecen falta de trabajo.
En el año 2023 Nicaragua cerró con más de 2 millones de personas en edad laboral, pero sin obtener un empleo formal.
Otro obstáculo que miles de jóvenes tienen que sortear es el acceso a la educación de calidad porque en los colegios privados, la mensualidad ronda los 120 dólares.
En las universidades privadas el costo promedio alcanza los 70 dólares por mes, más los gastos de transporte y materiales, costos que son casi inalcanzables para muchas familias nicaragüenses.
Como consecuencia, miles han abandonado las aulas y optan por trabajar en las maquilas o tabacaleras, algunas ubicadas en la zona norte de Nicaragua, algunos para costear estudios universitarios, mientras que otros, para ayudar con los gastos en casa.
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No hay inversión, no hay empleos
Maricarmen González es una joven de 21 años nacida en Estelí. Ella estudia psicología y dice estar clara de los problemas que vive el país.
“La economía enfrenta diferentes desafíos; falta de inversión extranjera por razones de seguridad y el ámbito político que impera en el país. Si no hay trabajo, no hay oportunidades de hacer algo”, dice.
A su criterio, la falta de trabajo “incide directamente en la calidad de vida de los jóvenes y de las familias nicaragüenses”.
“Estas faltas de oportunidades genera zozobra y desmotiva a los jóvenes, prácticamente estamos en una generación tan desmotivada para seguir estudiando o buscar trabajo, porque ninguna de las dos cosas es posible”, señala.
“Pareciera -se lamenta– que los jóvenes se han dado por vencidos. A muy temprana edad están teniendo hijos y entonces todo esto influye en su futuro y su economía, al estar en un país que no hay muchas oportunidades para salir adelante, van por otro camino y terminan optando por migrar para sobrevivir. Conozco a parejas jóvenes que se han ido”, contó.
Jóvenes: “¿Estudio o trabajo? ¿En qué?”
Enoc Flores es un joven de 24 años que abandonó sus estudios universitarios frustrado por el futuro y porque no pudo seguir costeándolos.
Alcanzó a aprobar el tercer año de la carrera de comunicación en una universidad pública de Managua, sin embargo, desistió de seguir porque no le ve futuro a la profesión que estaba a poco de terminar.
“No hay mercado laboral ahí, ¿Para qué seguir?”, se preguntó.
Flores recordó que el gobierno ha criminalizado esa profesión y seguirla implicaría o no emplearse o exponerse y exponer a su familia a la represión.
“Esa carrera aquí no sirve por ahora”, agrega.
“Es lamentable porque me había costado a mí y a mi familia llegar hasta aquí, pero es cuestión de pesos y centavos, y ya no había, ni esperanza de recuperarlo con un empleo. Por eso desistí”, contó el universitario.
Flores ahora busca ingresar al Instituto Nacional Tecnológico INATEC, para obtener el título de Técnica de Contaduría Pública.
El joven agrega que le urge trabajar porque su padre no encuentra trabajo en construcción y su madre no trabaja desde hace seis años que la despidieron de una empresa que cerró.
“Ella, mi madre, cuida a mis dos hermanos menores de 10 y 13 años, por lo que tengo que apoyar a mi familia contribuyendo con los gastos de la casa. No hay de otra”, dijo.
La misma situación vivió Elsa Miranda de Masaya. “Solo pude asumir un semestre de Administración de Empresas. Mis padres dejaron de trabajar por despido, es desesperante lo que pasa en el país”, se lamenta.
Miranda logró un trabajo de medio tiempo en una tienda de conveniencia y espera “enderezar” su economía para ver si es posible retomar su carrera. “Por ahora la comida es lo importante”, señala para este reporte.
La venta de “ilusiones chinas”
De la ciudad de León está Lazara Sequeira, de 24 años. Ella cursa su penúltimo año de ingeniería industrial en una universidad privada de la capital.
Dice Sequeira que tiene muchas esperanzas de terminar su carrera y espera que para ese entonces, en dos años, encuentre trabajo en uno de los proyectos que el gobierno ejecute a través de la alianza con China.
Para José Moncada, un trabajador del ramo de la construcción, originario de Managua, «la alianza con China es una oportunidad para crear empleos, pero tampoco estoy ciego, hay que ver que lleguen primero y que sean empleos de calidad».
«Uno necesita un trabajito para sacar a la familia adelante», dijo Moncada con 30 años y padre de un niño de cuatro años.
Moncada vive en el barrio La Primavera, en la zona norte de la capital. Es maestro de obra B, certificado por Inatec.
“Yo tengo 13 años de experiencia en el ramo de la construcción. Inicié con mi padre, ahora que falleció yo velo por mi jefecita (su mamá) y dos hermanas al igual que mi hijo”, contó.
“Deseara tanto estudiar, ser profesional, pero en este país o trabajás o estudiás, no hay oportunidad para hacer las dos cosas y no porque no luchés ni te sacrifiqués, si no por lo caro que está la vida aquí y los salarios bajos”, se queja, mientras termina de armar una columna de hierro que servirá de base para una estructura horizontal que se construye en Managua de una empresa que lo tiene empleado desde mayo pasado.
Los Call Center, “tabla de salvación”
Salvador Moreno, un joven de 19 años, habitante de un residencial de la capital, ubicado en carretera a Masaya, estudia inglés desde los 15.
Recientemente obtuvo una plaza laboral en un Call Center, dónde gana entre 600 y 800 dólares al mes dependiendo de la temporada.
“Lo tenía bien claro desde adolescente, pensé que la mejor forma de ganar dinero era trabajando en un Call Center, por eso estudié inglés, me gustaría estudiar una carrera profesional pero por el momento ahorro para pagarme mi carrera», dijo.
«Mis padres están en los Estados Unidos, soy hijo único y no tengo pensado viajar, la mejor opción para trabajar en Nicaragua para mi es el inglés, esto te abre puertas”, explica.
Igual que Moreno, hay más de 12,000 jóvenes nicaragüenses que trabajan en los 13 Call Center más reconocidos en Managua.
La información la confirma Pedro Ortega, de la Central Sandinista de Trabajadores, CST. El sindicalista recordó que esas empresas operan bajo el régimen de Zona Franca.
“Tienen beneficios, así que deben aportar creando empleos”, dijo el dirigente sandinista.
En el país, al año se gradúan de educación media (secundaria) 63 mil jóvenes. Una parte logra seguir, otros buscan empleos informales y una buena parte se ha ido del país al darse cuenta que no hay oportunidades con el régimen Ortega-Murillo.