El régimen de Nicaragua sigue promoviendo el tráfico de migrantes irregulares hacia Estados Unidos, desafiando las advertencias y sanciones de EE. UU.
Un tercer vuelo directo desde Libia aterrizó en el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, en Managua, esta vez operado por la Aerolínea Ghadames, con capacidad para 400 pasajeros.
El vuelo, que partió del Aeropuerto Internacional Mitiga en Trípoli, tuvo una duración de 13 horas y 35 minutos, aterrizando en Managuaa las 1:17 am del martes 4 de junio, informó La Prensa
Se trata del tercer vuelo en menos de un mes con la misma procedencia y con la misma intencionalidad: viajar a Estados Unidos por tierra desde Managua.
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Otra vez Ghadames de Libia a Nicaragua
La Aerolínea Ghadames, con sede en Trípoli, no opera vuelos directos hacia Nicaragua, por lo que estos vuelos han sido chárter.
Este patrón de vuelos sugiere una estrategia deliberada por parte del régimen de Ortega y Murillo para aprovechar las tensiones en la frontera entre México y Estados Unidos y obtener ganancias.
Expertos como Manuel Orozco, del Diálogo Interamericano, ven en estos vuelos una provocación a Estados Unidos, además de una manera de aumentar la carga migratoria hacia el país norteamericano.
A pesar de las advertencias del Gobierno de EE. UU., los vuelos continúan llegando a Nicaragua, ignorando las preocupaciones sobre el tráfico de migrantes.
Dictadura sandinista desafiando a EEUU
El arribo de estos vuelos se da en medio de una alerta emitida por el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. sobre la explotación de servicios de transporte para facilitar la migración irregular hacia Estados Unidos a través de Managua.
A pesar de estas advertencias, los vuelos transcontinentales con migrantes siguen llegando a Nicaragua sin ser registrados por las autoridades locales.
En los últimos años, Nicaragua se ha convertido en una ruta de paso para migrantes de diversas nacionalidades que buscan llegar a Estados Unidos, aprovechando la laxa política de visa del país.
Esta situación representa un desafío tanto para las autoridades nicaragüenses como para las estadounidenses en la gestión de la migración irregular.