El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, instó a los creyentes a no dejar que el corazón se llene de los dos venenos mortales para el ser humano: “el afán de poseer y el deseo de poder»
Báez dijo que de humildes viñadores “se convirtieron en voraces ladrones y sanguinarios criminales”.
La homilía se basó en la parábola bíblica del propietario de una viña que, mientras se fue de viaje, contrató personas para que la cuidaran, Y que finalmente se apropiaron de la viña.
“A pesar de la agresión criminal contra sus siervos y de la ambición desmedida de los viñadores que se quieren apropiar de su viña, al final el dueño de la viña decide enviarles a su propio hijo, pensando que a él si lo respetaría”, dijo Báez.
El jerarca explicó que en la cabeza y en los corazones de los viñadores de la parábola habían echado raíces dos venenos mortales para el ser humano: el afán de poseer y el deseo de poder. De humildes viñadores se convirtieron en voraces ladrones y sanguinarios criminales.
“Cuando la ambición, la codicia sin límites y la avidez se apoderan de nuestro corazón, nos volvemos egoístas, insensibles, duros, capaces de usar hasta la violencia con tal de conservar y aumentar los propios bienes”, refirió.
Además, dijo que la ambición es un veneno para la vida humana y para la convivencia.
“Estemos atentos cuando nos empezamos a dejar llevar por la ambición de tener y tener cada vez más”, añadió.
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La respuesta del veneno de poder es trágica
Báez lamentó que en la actualidad, los dirigentes políticos solo conocen el “ojo por ojo y diente por diente”.
“Qué pena que se siga imponiendo en nuestra sociedad la ley del más fuerte, que casi siempre es el más malvado. Qué triste que la historia siga en manos de gente que no piensa más que en hacer sufrir, robar, encarcelar, exiliar o matar”, dijo.
Además señaló que los poderosos no son dueños de ninguna persona.
“Disfrutar de la viña del Señor y trabajar en ella es un don y no hay derecho para que nos apoderemos de ella en modo irresponsable y enfermizo. No somos dueños de ninguna persona ni de ningún pueblo”, afirmó.
Añadió que los viñadores de la parábola no eran los dueños de la viña, no podían hacer con ella lo que quisieran y mucho menos apoderarse de ella.
“Cuando en la sociedad el deseo enfermizo de poder se apodera de las personas las puede convertir en auténticos tiranos, que no dudan en convertir en ley sus oscuros y desquiciados deseos a través de regímenes de terror asentados en la agresividad y la violencia”, afirmó.