Su cuerpo sigue sintiendo la dureza del suelo en la Galería 1 del Sistema Penitenciario Nacional Jorge Navarro La Modelo.
Manuel Sobalvarro, un retirado del Ejército Sandinista, señala que la libertad le llega con un sabor agridulce, debido a que, por un lado salía de las ergástulas, pero por otro lado, lo embargó la incertidumbre de cómo sobrevivir en otro país lejos de su familia.
Sobalvarro es uno de los 222 excarcelados políticos que la dictadura desterró y despojó de su nacionalidad el 8 de febrero de 2023.
¿Cuáles son los argumentos de la dictadura para haberte encarcelado?
Nunca fui militante del Frente Sandinista, pero fui miembro del Ejército. Nunca acepté la militancia, tenía vocación para ser militar, pero nunca quise ser militante de una ideología rara e incomprensible.
Estudié derecho con más de 20 años de experiencia. Supongo que me encarcelaron desde el 16 de noviembre de 2019 porque soy integrante de una organización de retirados del Ejército: la Unidad Nicaragüense de Militares Patrióticos desde 2010 y pertenecíamos a la UNAB.
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¿Qué fue lo que pasó en Nindirí el día que te detuvieron y cual fue el argumento?
Había iniciado unas investigaciones por mi cuenta de algunos actos de corrupción en el Sistema Judicial desde el 2010 y en el Registro de la Propiedad.
Después investigué el tráfico de tierras que maneja el Frente Sandinista por tres años y me arriesgué a presentarle ese informe al exprocurador de Nicaragua Hernán Estrada.
Yo investigaba los hechos de corrupción, pero no a personas. Lamentablemente, los hallazgos es que había gente de primer nivel del gobierno metidos en esos actos de corrupción. Todos participan y agarran algo.
En Nindirí me detienen por las protestas y participé en la Upoli y en la UNAN.
Iba en un bus saliendo de Veracruz, porque me habían quitado la licencia. Detuvieron al bus, me bajaron, me patearon, me subieron a una camioneta y me llevaron a El Chipote Nuevo.
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Ahí me interrogaban preguntándome por actividades de la UNAB, de Félix Maradiaga, Violeta Granera, Juan Sebastián Chamorro.
Dice la acusación qué eras responsable de estallar un puente entre Chinandega y Corinto…
Eso es falso. Yo les decía a ellos que, con mi experiencia militar, si hubiera andado en eso, no me habrían encontrado. Yo iba para la universidad.
Cuando me estaban interrogando me dijeron que me iban a poner drogas. Un día, me llevaron a medianoche a un cuarto a tomarme una foto y cuando miré, tenían un montón de armas. Me tomaron la foto.
Lo que más me golpeó es que uno de los guardias que me interrogó, me enseñó un celular con fotos de mis hijas y me dijo que tenían gente para matarlas si yo no hablaba.
¿Cómo eran las condiciones en el penal?
Ahora te ponen en un lugar sucio donde podás adquirir cualquier enfermedad. Estaba en un lugar donde había un tanque séptico destapado y las 24 horas estaba inhalando los excrementos. Tu cuerpo va perdiendo vitalidad.
Los delincuentes de la galería 1 tenían las llaves de mi celda. Ellos entraban constantemente a mi celda a amenazar y en algunas ocasiones, tuvimos enfrentamientos con ellos porque la Guardia no hace nada.
Hay una banda que se llama “La Guardia de los Consejos”, que son criminales que trabajan con la guardia y se encargan de custodiar a otros.
¿Entonces si hubo intercambio de golpes con los presos políticos por órdenes de los guardias?
Si, cuando me trasladaron a la Galería 1 del Sistema Penitenciario “La Modelo”, el Capo de ese lugar me dijo que la Guardia le había ordenado amenazarnos.
A la Galería 1 le llamaba “La Universidad del Crimen”
¿Ustedes se imaginaban que iban a salir de la cárcel?
Al inicio, sabíamos que podíamos ser liberados en alguna negociación. Pero poco a poco esa idea se fue diluyendo. En febrero de 2023, sospechábamos que nos iban a sacar pero para mandarnos a Rusia o a Cuba, porque según Ortega no nos iban a soltar.
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Entramos por el lado de la Fuerza Aerea, no al Aeropuerto. En ese momento nos preguntábamos donde íbamos y unos funcionarios extranjeros nos dijeron en el avión que íbamos a Estados Unidos.
Fue algo amargo y dulce porque dejábamos a la familia. Es un sentimiento que no todo mundo lo ha experimentado. Es algo muy extraño: sentirse libre, pero al mismo tiempo, sentirse triste por irse de la patria.
Han pasado dos semanas, ¿cómo te sentís y si tenés pensado aceptar alguna nacionalidad de los países que la ofrecen?
Los primeros días fueron muy difíciles por el golpe del trauma de la cárcel. Cuando estuvimos en el hotel en Washington iba poco a poco, pero es difícil porque estás pensando en tu familia.
Además, estar sentado en un balde, acostado o de pie en una celda de dos por cuatro metros es muy difícil. Todavía no me repongo totalmente. Al comienzo, dormir en una cama o un colchón se sentía raro, porque dormíamos en el suelo, a la orilla de un agujero con excrementos. Asimilar todo esto va a llevar tiempo.