El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, en su homilía dominical, llamó a quienes se autodenominan líderes a ser solidarios y no buscar sus propios intereses, en alusión al pasaje bíblico del bautismo de Jesús.

Báez, quien este domingo cumplió 38 años de ordenación sacerdotal, señaló que el Mesías es el líder por excelencia, que ejerce su liderazgo sin ponerse por encima o buscando sobresalir.

“Los auténticos líderes no se colocan por encima de la gente, ni son distantes de la gente. No viven sentados en escritorios o vendiendo su imagen en los medios de comunicación, ni tampoco se ponen al lado de grupos privilegiados porque tienen más dinero o son más influyentes. Los verdaderos líderes se ponen en fila y comparten la suerte de la gente”, señaló Báez.

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“No hay liderazgo sin solidaridad. Necesitamos líderes que no busquen sus propios intereses, que amen a la gente y que no se dobleguen ante el dinero o la fama”, añadió.

El cordero es un animal manso

También se refirió a la imagen de “cordero” que adoptó el mesías, que significa que no es alguien que aterroriza, se impone o despedaza.

Ante esto, refirió que la agresividad, en realidad muestra debilidad, miedo o tristeza.

“El cordero es una criatura débil y frágil. No es agresivo, sino pacífico; no muestra las garras o los dientes cuando es atacado, sino que soporta sin agredir ni embestir a nadie. La agresividad de los violentos solo muestra su miedo y su debilidad y son constante fuente de dolor, de miedo y de tristeza”, señaló.

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Báez señaló que el pecado es una ruptura con el amor. “Cometemos pecado cuando nos cerramos al amor y a la verdad de Dios. Cometemos pecado cuando buscamos nuestra propia felicidad a expensas de los demás, olvidando, despreciando, utilizando o haciendo sufrir a nuestros hermanos”, refirió.

“El pecado no es tanto la desobediencia a una ley religiosa o simplemente una ofensa a Dios. El pecado es el rechazo del reino de Dios. Pecamos cuando no acogemos a Dios como Padre y no tratamos a los demás como hermanos”, añadió.

Y señaló que el pecado es lo contrario al amor y que Jesús, “el Cordero de Dios”, libera del pecado y de las tinieblas del mal con la fuerza de su infinito amor.

“Sigamos a Jesús y colaboremos para que se cumplan las promesas de Dios, para que el dolor y la incertidumbre del presente se conviertan en pórtico hacia un futuro mejor, para que los corazones heridos sean vendados y los ojos cegados puedan ver la luz”, concluyó.

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