“El hábito no hace al monje”, señaló el dictador Daniel Ortega en referencia a la persecución que desató contra la Iglesia Católica en Nicaragua y añadió que “una sotana no hace santo a nadie”.

El dictador apareció en la XXV Graduación de Licenciados en Ciencias Policiales, de la Academia de Policía «Walter Mendoza» y elogió al director de la Policía Sandinista y consuegro, Francisco Díaz; y al vicedirector de la institución, Ramón Avellán, ambos sancionados por Estados Unidos, por violadores de derechos humanos.

Ortega justificó sus acciones contra la Iglesia Católica, particularmente contra el Obispo de Matagalpa, Monseñor Rolando Álvarez, quien fue acusado formalmente por la dictadura de “conspirar para el menoscabo de la integridad nacional” y “propagación de noticias falsas”.

“Pensaban que la policía estaba vencida y los ataques eran en diferentes cuarteles todos los días, y salían de algunos templos, no de todos los templos, pero algunos templos donde estaban los fariseos, los sepulcros blanqueados, de esos templos salían y un departamento donde incluso abiertamente salieron algunos curas con la sotana, manipulando la sangre, para llamar al derramamiento de sangre”, dijo Ortega, acompañado por Díaz, Avellán, la vocera del régimen, Rosario Murillo y el General de Ejército, Julio César Avilés Castillo.

El dictador se lanzó directamente contra los Obispos y sacerdotes nicaragüenses que no comparten el discurso oficial.

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“Incluso algunos obispos, esos curas, esos obispos… y lo digo como cristiano, yo me formé en una familia católica, cristiana, pero aprendí con el paso del tiempo que al final de cuentas, detrás de una sotana está en un ser humano, la sotana no hace santo a nadie, el hábito no hace al monje, es un principio”, añadió.

Los obispos “somocistas”

El tirano acusó a los jerarcas católicos de predicar el somocismo en nombre de Dios.

“Fíjense, la cúpula de la Iglesia Católica en Nicaragua, los obispos, todos eran somocistas, predicaban el somocismo, en nombre de Dios santificaban el somocismo, si, eran somocistas, y la mayor vergüenza”, expresó.

“Entonces qué respeto podía tener, yo nunca le tuve respeto a los obispos, no podía creer en los obispos, en algunos sacerdotes, y en ese acercamiento eran excepciones de sacerdotes que tenían una práctica cristiana como Gaspar García Laviana, que sin ser nicaragüense tuvo más compromiso con el pueblo, con los pobres, con los campesinos, con la dignidad de esta tierra agredida que la mayoría de los curas y obispos de Nicaragua», añadió.

Ortega destaca sus estudios en colegios católicos

Ortega hizo ínfulas de cristiano al resaltar que estudió en colegios católicos, a los que señaló de “hablar maravillas del dictador Anastasio Somoza García”.

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“Y crecí así estudiando en colegios católicos, donde me hablaban de las maravillas del presidente Somoza, hablaban maravillas del gobierno, nos hablaban maravillas de los yanquis que tenían intervenido nuestro país, donde eran incapaces de condenar los crímenes que se cometían en contra de nuestro pueblo durante todo ese periodo, mucho menos hubiesen tenido el valor de condenar el crimen del General de Hombres Libres, Augusto Calderón Sandino, más bien lo aplaudían, esos crímenes los aplaudían ellos”, señaló Ortega.

El dictador estudió en el Instituto pedagógico de Varones de La Salle, en Managua, de donde fue expulsado en 1969.

Una investigación del Diario La Prensa, señaló que Ortega, en el plano académico, nunca fue de los mejores. Jamás estuvo en el cuadro de honor.

“Cuando cursaba cuarto grado, en el año escolar 1956-57 fue alumno 38 de 54, con un promedio de 8.2. Un año después mejoró. Obtuvo una nota promedio de 8.6 y se convirtió el número 24 de 56 estudiantes, que eran ordenados en el anuario por sus notas y no alfabéticamente”, señala.

La publicación añade que en 1960-61, en segundo año B le fue tan mal que se convirtió en el colero de la clase con un 6.9 de nota promedio, un reprobado. A Humberto tampoco le iba bien. Ese 1960-61 fue el antepenúltimo de su clase, pues aprobó con lo mínimo: 7.6 dos bajones que ahora, pasando tanto tiempo, los amigos de los Ortega explican en sus precoces incursiones políticas.

Finalmente, Ortega, fue expulsado del Instituto a finales de 1969 por armar una protesta.

“Y desde el inicio yo tuve siempre una gran fe, una gran admiración, un gran respeto a Cristo. Cristo fue mi primera inspiración para luchar por los pobres, porque en cristo yo veía al hijo de Dios que había bajado a la Tierra a luchar por los pobres, no por los ricos, no por los capitalistas, no el imperio romano, que es lo que como el imperio yanqui en estos tiempos”, dijo Ortega en su discurso de este lunes.

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