Oposición acechada por fantasma del 2006

Managua, 27 oct (Con información de EFE).- La oposición de Nicaragua nuevamente se ha fragmentado en su intento de unidad, apenas a un poco más de un año de que se celebren elecciones nacionales, tal y como como ocurrió en 2006, momento en el que gobernaban y se presentaron a la contienda divididos en dos grandes bandos, lo que facilitó el retorno de Daniel Ortega al poder, con tan solo un 37.99 % de los votos.

En esta ocasión la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, creada inicialmente por la Conferencia Episcopal de Nicaragua, decidió retirarse de la opositora Coalición Nacional, diseñada originalmente para ser la gran fuerza política que le hiciera frente a Ortega y en las próximas elecciones previstas para noviembre de 2021.

Con esta decisión, la oposición quedó fragmentada en Coalición Nacional y Alianza Cívica, a solo un año de los comicios.

La coalición la integran el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Partido de Restauración Democrática (PRD), la organización del caribe Yátama, así como las organizaciones Unidad Nacional Azul y Blanco, Movimiento Campesino, y Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN).

La Alianza Cívica, a la que pertenecen representantes de las dos principales cúpulas empresariales y dirigentes estudiantiles, no tiene personería jurídica y, según diversos analistas, se sentiría más cómoda con el Partido Ciudadanos por la Libertad (CxL).

Esos bandos tienen en común que quieren encabezar la multifacética oposición, pero ninguno está dispuesto a ceder espacio ni protagonismo, aunque estén conscientes que divididos será difícil derrotar a los sandinistas en las urnas, tal como ocurrió hace 14 años.

LA FOTO DE 2006

En esa ocasión, quienes adversaban a Daniel Ortega no se pudieron unificar y postularon a dos candidatos: el excanciller Eduardo Montealegre, por la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), y al exvicepresidente José Rizo, por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC).

Montealegre obtuvo el 28.30 % de los votos, en tanto que Rizo consiguió 27.11 %, ambos detrás del 37.99 % que alcanzó Ortega.

Con la salida de la Alianza Cívica de la Coalición Nacional, el fantasma del 2006 regresa al escenario y es a lo que, 14 años después, temen algunos políticos de la oposición.

«No tienen idea de la responsabilidad que se echan los que apuestan a dividir las fuerzas contra un dictador. Ya pasaron 14 años de que hice esa apuesta (dividir voto de la derecha liberal) y sigo pagando costos políticos por eso, además de no sentirme bien conmigo mismo… No repitamos el error», dijo a EFE Eliseo Núñez, al recordar un tuit que escribió hace cuatro meses cuando ya eran visibles las diferencias.

Para el exvicecanciller José Pallais, que es miembro de la Coalición, «pretender dividir a la oposición en bloques, solamente fortalece a la dictadura».

«¡O NOS UNIMOS, O NOS HUNDIMOS!»

Para Pallais, exdiputado por el PLC, no queda otra de cara a las próximas elecciones: «o nos unimos o nos hundimos» como oposición.

«¡O nos unimos, o nos hundimos!», también expresó el sacerdote Edwin Román, crítico del Gobierno, por medio de su cuenta de Twitter, en cuya red social han advertido de no facilitar el triunfo a los sandinistas con la máxima «Divide y vencerás» o bien aprender de la lección de Bolivia.

Twitter publicado por el sacerdote Edwing Román, el pasado 11 de octubre

Las consecuencias de una oposición dividida «está en la mente de la gente, porque ya lo vivió en 2006, en Nicaragua, y no quieren repetirlo», dijó José Pallais.

Según una encuesta de CID Gallup, la oposición organizada solo atrae al 12 % de los nicaragüenses aptos para votar, por debajo del 24 % que simpatiza con el gobernante FSLN.

Existe un 64 % que dicen no tener ninguna preferencia partidaria y son los que inclinarán la balanza si deciden participar.

Las diferencias ventiladas públicamente entre la oposición organizada se contraponen a las de un FSLN que, con un mando vertical resuelve sus discrepancias en casa y se prepara para las elecciones nacionales llevando a Ortega, una vez más, como su máximo líder.

El desafío para la oposición, que se encuentra fracturada desde las elecciones generales de 2006, sigue siendo el mismo: unirse en una gran coalición para derrotar al sandinismo, dirigido por Ortega, quien el 11 de noviembre cumplirá 75 años, los 13 últimos en su segunda etapa como presidente de Nicaragua, tras coordinar una Junta de Gobierno de 1979 a 1985, y presidir por primera vez el país de 1985 a 1990.

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